viernes, 16 de agosto de 2013

252. PANTICOSA RESORT. TOCANDO EL CIELO



Empecemos por la jartística rotonda en la que una gran montaña se ha desmaterializado para que si no tocar, podamos ver el cielo, dejando tan solo unos pedruscos en la base como recuerdo de su jlorioso pasado. Ahhhhh.

Y abierta la boca ya, acongojémonos con el cartel que avisa a continuación del siempre peliagudo asunto del aparcamiento:


¡Cómo debe de estar la cosa de gente por ahí arriba para tener completo un parking que desconocíamos! ¡Menudo exitazo turístico! Menos mal que en el "P balneario" aún hay sitio, uff, con lo que cuesta llegar hasta allí.

Claro que..., cuando llegamos a la altura del "P embotelladora", nos encontramos esto:



Ja ja ja ja ja, ¿completo? ja ja ja ja. Más bien parece que está incompleto, ja ja ja ja. A ver si lo entiendo: alguna mente privilegiada de las que han ido a Suiza de turismo (o a guardar dinero) pensó que estaría bueno cobrar a los montañeros y domingueros por subir a Panticosa (Pandicosa en aragonés /v. mapa en sPyP) y se pusieron a hacer este jran parking poco antes de que la crisis cayera sobre nuestras cabezas. Ah ah ah. Qué bonito monumento, digo..., Cascote.

 El caso es que el tema este del parking lo llevan a mal traer porque cuando llegas por fin al balnerario encuentras prohibiciones por aquí y por allá, polvorientos lugares donde acaso poder dejar el coche sin seguridad de que no te caerá una multa y finalmente unos mazacotes de esos de hormigón con unas señales colgando que cierran el paso a una explanada en plan monada.


¿Monada? no, Moneada. Porque a poco que hayas leído los suplementos dominicales de los escuperiódicos españoles, ya sabes que la mano de Moneo y cía estuvo aquí.


¿Pensaron los próceres aragoneses y magnates de las aguas termales en la tierna hija a una nariz pegada del pritzker Moneo para dar relumbrón a su perdido balneario, o fue que realmente pensaron en el pritzker, y que éste, tan cargado de trabajo y ocupaciones puso disculpas y le pasó el proyecto a su retoño asegurándoles que lo iba a hacer tan bien o mejor que él? Apueste cada cual por lo que quiera y dejemos la infestigación a algún escuperiodista con ganas de Pullitzer.

Porque fuera como fuese, lo importante es que la arquitectura siga siendo, como dicen las Historias de Moneo, un asunto de contextualismo, es dicir, de negación de la artisticidad del arquitecto en beneficio del lugar.

Sólo así se explica la discreción del chirlo central de los baños, pieza escultórica de singular factura (no sólo por lo que a los euros se refiere) y que en su inmaterialidad casi nos recuerda a la escultura de la rotonda por la que habíamos pasado carretera arriba con el lío de los parkings.


Pero como la desmaterialización de la arquitectura y la discreción del jArtista es más imposible que lo de hacer pasar a un camello por el ojo de una aguja, los problemas de verdad vienen y van cuando se relacionan unas arquitecturas y otras, sean estas de las manos de los mismos Moneo, sean de la vieja materialidad, o sea en su encuentro con la montaña que ya estaba allí. Es decir, del famoso contextualismo moneano que tanto respeto dice tener por el lugar.






Seguramente y por culpa de la crisis, tiempo les ha faltado a los Moneos de tirar algunas de las viejas piezas del balneario para que todo les encajara a la perfección:


Así que asustado por la ruina nos acercamos al rincón del viejo refugio montañero llamado casa de piedra a ver si todavía estaba en pié:


Uff, menos mal, a simple vista parece que los próceres, magnates y Moneos no lo han tocado... pero... ahhhh, justo a la izquierda del mismo, pasada la terraza que vemos en la foto nos encontramos con todo esto:


Bajando de los Ibones Azules le preguntamos a un montañero aragonés si sabía el destino de estos barracones que se habían quedado parados por la crisis y nos respondió con sorna que iban a ser apartamentos para pijos. 


La foto la hice al subir con la pálida luz de la madrugada y tipológicamente me recuerdan a algunas propuestas que Moneo hizo y no construyó para Lacua o para la Giudecca. Aquí se le han quedado a medias, pero ya han jjodido bien el lugar, por lo que Cascotes no tendrá sino palabras de agradecimiento para con el Maestro.

Y por supuesto, para todas las autoridades aragonesas que bajo el eslogan de "tocar el cielo" tanto hacen por emfellecer la montaña pirenáica y sus emblemáticos lugares.