domingo, 3 de mayo de 2015

320. GUERRA FRÍA


Cincinatti

Las jóvenes generaciones que empiezan a leer ahora en internet el gran libro de la historia de la arquitectura por las páginas que van de los años cincuenta a los setenta del siglo pasado, apenas se dan cuenta de las conexiones entre el brutalismo y la guerra fría.

Kaliningrado

Como dice la wikipedia el mundo estaba dividido por entonces en dos bloques antagónicos cuyos presidentes tenían puestas las manos en la cartuchera de unos botones conectados a unos imponentes arsenales nucleares capaces de borrar del mundo al que fuera más lento en apretar. 

Londres

Los arquitectos mientras tanto competían con los ingenieros en la reconstrucción de las grandes ciudades devastadas por la guerra, y para hacerse notar ponían el acento en la agresividad de sus líderes y en el papel educativo de su oficio. 

Yugoeslavia

Cada provocación arquitectónica de un lado del telón de acero (que así se llamaba la línea que dividía ambos mundos) era contestada desde el otro con similar brutalidad, por lo que los historiadores se aprestaron a llamar brutalismo a esta forma de "edificar" el mundo.

Philadelphia

Provocaciones arquitectónicas al margen, la gente tenía miedo y llegó a pensar que los búnkeres  podrían ser la solución al desastre nuclear, de modo que el hormigón que se había utilizado para los búnkeres de la guerra caliente se volvió a poner de moda, y cuando más vasto y desnudo, mejor

Costa Rica

A parte de los Dos Bloques geopolíticos enfrentados, había también un montón de territorio del planeta que no tenía armas nucleares que disparar por lo que fue llamado Tercer Mundo. Pero mientras occidentales y soviéticos parecían petrificados mirándose a los ojos a ver quien disparaba antes, por detrás hacían una política expansionista sobre ese llamado Tercer Mundo a ver quién cogía más cacho. A falta de misiles con los que defenderse, la respuesta del tercer mundo fue hacer chirlos de hormigón similares a los de soviéticos y americanos.

Venezuela

Bueno, misiles no tenían, pero tenían de su lado a la Iglesia que siempre ha tenido un lado muy combativo. 

San Petersburgo

Esto no es una iglesia porque está en la atea San Petersburgo pero caídos los soviets también podría reconvertirse.

Bangladesh

Los países más pobres del tercer mundo (los de tercera del tercero) contrataban a prestigiosos arquitectos de los países en pugna para que les hicieran de las suyas. 

India


Maputo

Pero lo más singular de aquella época era el empeño educativo para con las masas, por lo que el hormigón proliferó en universidades y centros culturales de toda índole. 




España que siempre ha llegado tarde a todo, llegó tarde también al brutalismo, aunque cuando llegamos nos despachamos a gusto.  

Madrid

Sevilla

Los jóvenes que estudian historia viendo arquitectura en internet no acaban de entender el sustrato de violencia mundial que refleja toda esta arquitectura de entre el 50 y el 70 (para los tardíos más tarde) por lo que no aciertan a distinguir entre todos estos mamotretos y los que a partir de los setenta empezaron a hacer los gobiernos para dar frívolo espectáculo a las masas en clara competencia con el cine y la televisión. 


No es que los que vivimos la guerra fría nos aclaremos mucho tampoco (no en vano también hemos pasado a estudiar en internet), pero bueno, por lo menos sabemos que todo político ávido de poder encierra a un arquitecto frustrado, y que un arquitecto de éxito no es sino el que encuentra a un político con poder para hacer ambos la guerra por su cuenta. Una guerra, generalmente fría, claro está.  

Residencias de estudiantes de la Brunel University. Londres

Aparte de construir en hormigón por si resistía a la radioactividad, otra de las cosas en que se pusieron de acuerdo los bandos contendientes y sus arquitectos es que a los hijos de la guerra fría había que almacenarlos en bloques (obviamente de hormigón), tanto da bonitos que feos, puestos en fila o al buen tun tun.


La ventaja de edificar tan feo es que si vuelve otra guerra no hay por qué andar con remilgos de reconstrucciones fidedignas al pasado, que cuestan un congo. 


Es más, viendo edificios como estos hasta dan ganas de empezar una guerra, con lo que nos ahorramos los derribos controlados que cuestan una barbaridad.



Aunque son muy espectaculares, todo hay que decirlo, y debería cobrarse entrada por verlos y doble si vas con cámara de fotos. 




El hormigón no es mal material. Lo inventaron los romanos. Y es barato. Alexander decía que el futuro del hormigón estaba en el uso de aireantes o áridos muy ligeros a fin de aprovechar las características térmicas de su masa mejor que su dureza pétrea. Pero nadie lee a Alexander porque no tiene página de facebook.

Moscú

La guerra fría ha terminado y ahora hay que hacer cascotes de todas esas masas de hormigón. La empresa es dura, pero los aires soplan en la buena dirección. El único escollo es la reeducación de tanto arquitecto formado en escuelas de hormigón. 

Escuela de arquitectura de La Coruña

Lo de acabar con los políticos con megalomanía arquitectónica es más complicado. Sobre todo desde que se ha descubierto (no diré que gracias a un estudio de la Universidad de Cincinatti porque no me ibais a creer) que la democracia no corrige ese problema, porque cuantas más obras hagan los gobernantes (tanto da que sean feas, inútiles y de hormigón), más les votan.

Ayuntamiento de Boston

Universidad de Leeds

Les dejo en los juzgados de Buffalo que ya les he martirizado bastante por hoy.