domingo, 13 de septiembre de 2015

342. CASCOPEATONAL (ROTTERDAM II)



Decía en la entrega anterior que algún día podría dedicar un comentario a la Lijnbaan en edificios LHD (ese blog de mis amores arquitectónicos), pero bien pensado, la primera calle peatonal de Europa proyectada ex novo por Bakema y Van der Broek en la reconstrucción de Rotterdam no puede estar en aquel blog sino en éste, porque el germen de ese azote urbano que son las peatonalizaciones no puede ser un amor sino el anuncio de una catástrofe. De un cascote monumental: el de la Rotterdam central, la Rotterdam peatonal.


Después de haber visto las plazas, calles y edificios de los alrededores de la estación de Rotterdam (v. post anterior) es lógico que al entrar en la Lijnbaan me sintiera de nuevo como en casa, en la ciudad, en un entorno humano. Pero no hay que dejar engañarse por las circunstancias. Había poca gente en aquella mañana lluviosa de julio, la escala de algunos tramos de la calle o la sencillez de sus arquitecturas miesianas me resultaron agradables, y la fiebre urbana de las compras no se había desatado aún, pero cuando continuamos nuestro recorrido hacia el centro de Rotterdam fui dándome cuenta de que el vicio de las compras y de las calles peatonales ya no tenía el carácter amable de las proporciones de la Lijnbaan sino que la ciudad parecía haberse convertido en un recinto de Feria.


En busca del recuerdo de aquellos primeros años de reconstrucción y comercialización del centro pasamos junto al mamotreto construido por Marcel Breuer (aquel tiburón de la Bauhaus), al que la lluvia le ha dibujado unas alegres texturas que no merece.


Pero como se puede apreciar por las fotos, entre tranvías, jardineras, terrazas, marquesinas y chirimbolos de todo tipo, casi era imposible verlo.


Lo terrible en esa calle, sin embargo, no era la dificultad para ver el edificio de Breuer (que bastante me importaban a mí sus fachadas abstractas), sino descubrir que, no contentos con un nivel de calle peatonal, en Rotterdam habían inventado ya la calle peatonal de dos niveles (!!!), es decir, algo así como el shopping center hecho ciudad.


Un poco más adelante, los edificios ya no tenían tan siquiera la pretensión de pintar cuadros abstractos en las fachadas de las calles sino que buscaban competir como los pabellones de feria por ganar la atención del comprador y del turista, así que me dio la impresión de estar en una EXPO cualquiera y no en una ciudad.


Fuimos un poco más adelante en busca de la vieja catedral por ver si hallábamos en ella consuelo pero nos la encontramos también peatonalizada, rodeada de jardineras por fuera, y puesta a la venta por dentro.


(cobrar por ver los restos de una construcción del espíritu es de tal iniquidad que salimos pitando)


Las calles de los primeros y discretos bloques de viviendas construidos en el entorno de la catedral también estaban peatonalizadas y obviamente, desiertas y desoladas. Un poco más allá, el pobre Erasmo (de Rotterdam) seguía concentrado en su libro como si a su alrededor no hubiera pasado nada (qué envidia)...


...o como si lo que estaba ocurriendo en el entorno de la catedral y de su peatonalizada plaza no fuera con él...,


... o como si todo lo que se hubiera hecho en la "reconstrucción" de la ciudad no fuera sino la más acertada expresión urbana y arquitectónica de ese Elogio de la Locura que él dedicara a los asuntos religiosos de su tiempo.


Ese espacio del centro tan enorme y desolado (peatonalizado) se ha convertido ya en una de las colecciones más disparatadas de la (por mí) llamada arquitectura de los arquitectos: la biblioteca tecno de Bakema con sus tubos amarillos a lo beaubourg , la torre del lapicero gordo, la torre de dos lapiceros...


... el reciente bloque morcilla mercado de MVRD,


...y lo más loco de lo más loco...:


...la casas cubos de Piet Blon del año 1984, es decir, de cuando los arquitectos decidieron que ellos también podían ser estrellas del espectáculo y de los periódicos (de sucesos).


Pero no se me distraigan ustedes contemplando todo este panorama de patología psiquiátrica de una profesión y un tiempo, porque lo que me interesa que vean es que por en medio de toda esa cacharrería ya no hay ciudad sino tan sólo un enorme paramal de adoquines preparado para los peatonalizados peatones. 



Peatones que cuando salen del recinto ferial y se encuentran ante la cruda realidad de que toda esa masa de construcción y actividad no puede funcionar sin vehículos con ruedas, se sienten completamente desorientados (aún más si cabe):


Las peatonalizaciones son un caramelo envenenado en el que pican todos los progres o bienintencionados ecologistas (por no decir las masas de televidentes), creyendo que la ciudad mejora porque se quiten los coches de las calles del centro, cuando lo que en realidad se hace es concentrar y promocionar el vicio del consumo desaforado en ellas robando al resto de la ciudad la posibilidad de una vida urbana un poco más rica en relaciones. Las peatonalizaciones son la expresión del pensamiento más torpe de los primeros arquitectos modernos (Bauhaus, Le Corbusier) que propusieron en sus congresos CIAM y Cartas de Atenas que la ciudad debería separar funciones y circulaciones. Hace ya más de cincuenta años que Christopher Alexander demostró en La Estructura del Medio Ambiente que "La ciudad no es un árbol" y que toda simplificación y reducción de la misma, propuesta en aquellos pensamientos tan burdos, no lleva más que a su empobrecimiento. A su cascotización. 

Miren si no los alrededores del Ayuntamiento de Rotterdam convertidos en almacén de jardineras cuando no en espacio para la concesión de un McDonald (!!). Sólo de ver esos banquitos individuales colocados entre las jardineras dan ganas de llorar.  


En Rotterdam no hay esperanza. No sé, quizás volviendo a leer a Erasmo... 
Si no fuera por la lluvia, todo esto podría ser España.